Sociología de los Marxismos Latinoamericanos.

14 marzo, 2019

Cátedra: Horacio Paglione (Horacio Tarcus)

 

Descripción de la materia:

Nos interesa la historia intelectual en tanto que historización radical de las ideas, pues el marxismo, en tanto “expresión teórica de un movimiento práctico” (Karl Korsch), siempre excede la mera teoría, va más allá del plano de las ideas para proyectarse sobre las prácticas sociales. En términos gramscianos, no nos ocuparemos aquí tanto del marxismo como teoría, como filosofía, como del marxismo en tanto que “ideología” operante y actuante socialmente, vinculada intrínsecamente a sujetos sociales.

Nuestra aproximación a los marxismos latinoamericanos no se propone un análisis intrínseco de los desarrollos de esta teoría en el continente para corroborar, por ejemplo, si su “aplicación” fue “correcta” o “incorrecta” en relación a un “modelo” puro, sino que busca comprender qué Marx/marxismo se receptó,por qué, cuándo, dónde y a través de qué sujetos sociales concretos se operó esa recepción. El estudio de los procesos de recepción, difusión y recreación de las teorías marxianas debe considerar que el marxismo apareció como un paradigma en competencia con otros paradigmas teóricos (el anarquismo, los socialismos no marxistas, el liberalismo, el conservadurismo, el catolicismo tradicional y el posconciliar, los nacionalismos, los populismos), donde la confrontación no excluyó necesariamente el diálogo ni los espacios de préstamo, de convergencia o de fusión. En aquellos momentos de mayor productividad y legitimidad, ciertos países del continente conocieron procesos de formación de unaverdadera cultura marxista, cultura que se manifestó en una red de editoriales y revistas, así como en la proliferación de formaciones intelectuales capaces de proyectar su peso sobre espacios como el mundo del trabajo, la gran prensa y los medios masivos, o la universidad.

Estudiar el marxismo en competencia con otros paradigmas implica, pues, no sólo buscar el marxismo en los autores marxistas sino también en sus competidores dentro del campo obrero y de las izquierdas, como entre sus adversarios teórico-políticos. A través de las polémicas y críticas, tanto por su tenor como por su cantidad, es posible inferir el peso relativo de la cultura marxista en el campo intelectual y en el campo político (en la década de 1970, por ejemplo, la “refutación” de la teoría marxista no era ya patrimonio exclusivo de los grupos nacionalistas ultramontanos, sino que era corriente incluso en la página editorial de la gran prensa).

            En cuanto a metodología de historia del marxismo, un trabajo paradigmático para el análisis teórico comparado de las distintas tradiciones al interior del campo marxista es el de Perry Anderson (1976). Son hoy sumamente provechosas sus conceptualizaciones de lo que definió como “marxismo clásico”, por oposición a “marxismo occidental”, así como sus recursos metodológicos (la unidad/separación entre teoría y práctica, las comparaciones generacionales y regionales, la búsqueda de innovaciones formales y temáticas, la construcción de linajes, etc.). Por otro lado, sobre los procesos de recepción y la difusión del marxismo es modélico el trabajo de Hobsbawm referido a la Europa del período 1890-1905, así como los de otros autores de la Historia del Marxismo (Hobsbawm, 1974). El historiador británico trazaba un mapa de las diversas modalidades de difusión del marxismo por Europa y el mundo, proponía una cronología (atendiendo a las temporalidades diferenciales en cada país) y apoyaba algunos tramos de su análisis cualitativo con información cuantitativa, sobre la base de cuadros que permitían comparar, por ejemplo, la cantidad de ediciones de textos de Marx yde marxismo en cada país para un mismo período (pp. 117-121). Entre otros, algunos historiadores de la recepción de Marx en España se han valido de una metodología semejante (Ribas, 1981 y 1990).

La apuesta por una historización radical de las ideas se vio fortalecida en los últimos años por lo que dio en llamarse “giro material”, esto es, la orientación hacia “una historia menos centrada en la lectura de textos que en el análisis de otros objetos cargados de significado cultural”. Según Anthony Grafton: “Durante la década de 1990, la historia intelectual dio su propio giro material. En la década de 1980, Darnton y otros estudiosos, ante todo Roger Chartier y Carlo Ginzburg, habían creado una nueva historia de libros y lectores utilizando un amplio espectro de fuentes para reconstruir cómo habían sido creados, impresos y comercializados grandes libros de un período dado, y cómo habían sido vendidos y leídos muchos otros libros menos grandes. […] En la década de 1990, los historiadores intelectuales comenzaron a investigar sistemáticamente cómo se produjeron y recibieron los textos que estudiaban. Algunos echaron una nueva luz sobre pensadores canónicos indagando los modos en que sus textos llegaron al público —como manuscritos clandestinos garabateados o libros elegantemente impresos; como panfletos o artículos de periódicos—. La interpretación de los textos hoy va de la mano de la reconstrucción de comunidades intelectuales y editoriales. Otros han empezado a preguntarse cómo estos pensadores canónicos leyeron los libros en sus propias bibliotecas, y cómo a su vez sus obras impresas fueron leídas por otros”.

 

Descargar Programa 2019

Descargar Programa 2017

 

 


Cómo llegar



Sedes

 

Sede SE | Santiago del Estero 1029
Of. 137 1er piso (Ala HU)
Tel: +54 (11) 5287-1784(directo)
e-mail: sociologia@sociales.uba.ar


Seguinos